La leyenda del Somontano strikes back
Hace 10 años hice una etapa parecida, 15 kilometros más o 15 kilómetros menos. Se subtituló
La leyenda del Somontano porque ha sido, hasta la fecha, la etapa en que peor lo he pasado. Todo por aprovechar alojamiento en Huesca que, por esos tiempos en San Lorenzo iba a estar imposible si me pateaba el Somontano en 2 días en lugar de en uno.
Nunca mais, siempre me digo, pero siempre acabas subiendo a Montserrat. Y esta vez que me vi allí delante, que tenía cobertura bessona por si las moscas, y que no soy el de hace una década pero no acabo de convencerme de ello, me planteé un hora a hora para ver hasta donde llegaba, y esperar yo a la bessona en lugar de ella a mi...
Supongo que se retrasó para mi orgullo, pero llegar hasta donde llegué a mi edad y en las condiciones del día, fue para sentirme satisfecho.
La salida de Monzón, la de siempre, pero sin encontrar las flechas por las calles. Total, plano de la ciudad y la intuición o el subconsciente histórico me llevó hacia el puente: ese único paso de cruce que, efectivamente, marcaba flechas para los peegrinos que no quieren cruzar a nado el Cinca.
Alguna carreterilla, pero mayoritariamente camino de campo de cultivo, entre regadíos y canales, por donde se explica alguna del agua que ya no llena los embalses. recordaba mucho más trigo hace 10 años... Ya de lejos, demasiado lejos, ves Berbegal al fondo.
Selgua e Ilche son las dos paradas obligatorias de antes de Berbegal, pueblos de paso que te descansan y te refrescan, y te guarecen un poco del intenso viento que me acaompaña en esta y en el resto de etapas de este tramo.
Además, el tramo descampado, solo interrumpido por la escalada a Berbegal, no es más que un impulso a ese aire, que para más narices, solo se le ocurrió mantener siempre la misma dirección, la de mi contra. Seguro que si en al principio elijo el otro campo me hubiera cambiado el viento.
La señalización existe y es buena, pero la necesitas solo para elegir el camino correcto y no ir por otro, que seguro también te acaba llevando. Además, confío en la experiencia peregrina de los marcadores, que seguro marcan un mejor camino, aunque solo te ahorres 5 metros.
Subimos hasta Berbegal, territorio Colom, y allí, junto a un excelente bocata de jamón y queso, nos tomamos a la salud de la familia de allí originaria la Coke of the day. Esta vez, no pregunté por familiares suyos. Y no hubiera tenido mucha respuesta del camarero eslavo que servía en el bar. O tal vez sí, que con esto de la globalización, nunca digas...
Y despues de Berbegal, La Cuadrada y rumbo a Pertusa transitando por campos y más campos afrontando ese viento de cara que nunca paró.
Yo no soy excursionista de alta montaña, y supongo que allí, las condiciones son mucho peores, pero ante la ausencia de temperaturas elevadas en marzo, la leyenda del Somontano vino a mi en forma de Eolo en lugar de Apolo(?). Parada en La Cuadrada, mas que para refresco, para descansar mis orejas y mis pelos del eterno compañero.
Ya en Pertusa se acaba ese llano de campo, y te toca un tramo de carretera hasta Antillón. Pertusa es el eterno lugar de parada, que siempre planeas tras pasar de los 30 (kilometros) pero que nunca te pilla tan mal como para dejarlo alli. Total, la bessona aún estaba comiendo y un par de horas fijo me daban de tiempo antes del reencuentro, asñi que parar lo justo, localizar flechas por la carretera y un horita de camino hasta Antillón. Este pueblecito entrañable era un lugar peligrosamente recordado, pues de la etapa de hace 10 años, fue la zona de mayor pérdida: de tiempo, kilómetros, energía, moral.
"No cometeré el error de bajar antes de tiempo"
Subidilla hasta la "carena". Y caminillo por entre árboles, con caminos trampa hacia pueblos divisado allí abajo. No bajaré antes de tiempo. Paciencia y camino. Creo intuir donde me bajé hace 10 años. Me lo paso. Acabo de salvar un par de kilómetros de asfalto extra. Aparece un flecha indicando Blecua. La paso. Otro par de kilómetros menos. Al fin. una señal clara como una flecha amarilla me dice que para abajo. Salvados.
Alegre bajada. Esto me lleva a la carretera en un santiamén y ya estamos en Pueyo. Primera afirmación correcta. La segunda, algo dudosa. Entras en la carretera, miras hacia atrás y Blecua no queda tan lejos, y miras hacia adelante y Pueyo no se ve. Por cierto, hace viento...
Y poco más que describir de la etapa. La etapa del viento. De principio a fin. A velocidad que unos cuantos kilómetros más allá obligó a cerrar parques. La carretera, con sus subidas y sus bajadas que te engañan escondiendo el pueblo. Pero al final llega, y llega antes el peregrino que la bessona. Por poco. El tiempo justo para disfrutar con la hospitalidad de la gente de Pueyo de Fañanás, y con posibilidad de albergue, aunque no fue aprovechado.
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