- Izco - Puente la Reina
Una de las etapas en las que se presenta el efecto Dominó: Te levantas a las 6 y pico, aún de noche, por remordimientos de ser el último del Albergue en salir... Y lo más curioso es que la gente que sale antes nunca lo hace para llegar más lejos, si no para ese peregrinar tan habitual (y, por supuesto, totalmente respetable) de llegar al destino a la hora del desayuno o el aperitivo. Pues esa salida temprana me dejó muy pronto en Monreal a traves de valles agradables y fáciles de transitar. Pero despues de alcanzar allí a mis madrugadores compañeros y desayunar con ellos, el trayecto se complica y se llena de pendientes en ambos sentidos, que rompen piernas, castigan rodillas, lesionan tobillos y te merman las fuerzas. Te salva el ir en varios tramos con un veterano riojano afincado en Barcelona, y las paradas técnicas en pueblecitos como Otano o Guerendiain (este nombre lo he refrescado en la guía, que mi Disco Duro no daba para localizar el pueblecito). Antes de cruzar la Autopista de Pamplona te paras en Tiebas (buen campo de fútbol el suyo) a reposar y recuperar fuerzas, para afrontar un último tramo en solitario entre campos de cultivo, esquivando pueblos como Campanas, Biurrun y Ucar, y finalmente entrar en Eneriz
Ya cerca de Puente la Reina, te hacen la gracia de acercarte la visita a Obanos, en el que simplemente te desvías del camino hacia Puente la Reina para subirlo (¿o mejor dicho, escalarlo?) y volverlo a bajar. Mi ignorancia me impidió determinar los motivos de ese paso.... Mi mosqueo me hizo malpensar de uno. Se admiten comentarios ilustradores. Antes, la Iglesia de Eunate, que sí merece los desvíos que hagan falta; incluso a la gente que viene desde el Camino Francés, que seguro agradecerían el paso por allí.
Eunate: Misterio, Leyenda ... y mucho arte
Y en Puente la Reina puedes considerar que has entrado en el Camino del siglo XX: Albergue repleto, ambiente excursionista y gente con aún pocos kilómetros en sus piernas y algunas ampollas en lo pies. Eso resulta casi traumático para un peregrino con largas etapas en solitario, que se halla perdido entre tanta multitud...(¿Síndrome de Robinson Crusoe?) Pero esto sólo pasa el primer día. Después, al ir conociendo al personal, te integras y te dedicas al descanso mental que supone el andar rodeado de peregrinos, con distintos objetivos o distintos finales, porque no todos acabarán en Santiago; ahora bien, la inmensa mayoría volverán por dónde lo dejaron: al menos esa es la idea.
"
No one heard a single word you said.They should have seen it in your eyes
what was going around your heart."
Recuerdo de esta etapa, las contradicciones del día: el sentimiento de ser el último al salir, el de ser el primero al adelantarlos, el de disfrutar del trayecto al principio y el cansino subir y bajar despues de Monreal. Y cómo no, la elegancia y admiración por Eunate ante la decepción de subir y bajar Obanos sin ningún sentido en mis circunstancias. Y esto no se olvida ni 10 años despues.
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