Uno se quedó en León con alegría pero sin la conciencia demasiado tranquila. Tus números en días y kilómetros sufrían un reajuste importante que obligaba a una de esas etapas que no hacías desde tus tiempos de cowboy solitario por tierras catalanas y aragonesas. Pero primero se deja León, Virgen del Camino, Valverde, San Miguel, y se llega a Villadangos siempre muy cerca de la carretera. Parece poca cosa, pero es un trayecto duro de casi 20 kilómetros que se salva mejor a esas horas de la mañana. Sin toparnos con peregrinos a pie, solo pocos kilómetros más allá de San Martín del Camino algunos ciclistas nos adelantan bajo el sol (no es ninguna novedad en estas últimas etapas). Seguimos muy pegados a la carretera general hasta poco antes de Hospital de Orbigo, donde agradecemos que la carretera no se acerque del todo, donde no agradecemos que su famoso puente este construido con piedras-destroza-plantas-de-peregrinos, y donde sí agradecemos la hospitalidad del Albergue Parroquial, donde el hospitalero catalán de allí resulta ser uno de los principales culpables de que uno ya haya llegado hasta allí andando (¿De dónde dices que saliste?). Él fue uno de los que pintó gran parte de las flechas amarillas que un servidor reconoció por los caminos de Cataluña y Aragón. Gratitud para él y la Asociacion de Amigos de los Peregrinos de Barcelona.
A pleno sol, recordando alguna de tus hazañas bastantes kilómetros atrás, despedimos definitivamente a Ronald, rodeado por catalanes y brasileros, y nos lanzamos en solitario a por los ultimos 20 kilómetros del día. Calor, soledad, sed, y un solo pueblo al inicio (Villares de Orbigo) ... Pero ya hemos sobrepasado hace mucho tiempo el punto de no retorno, y aunque las fuerzas ya no son las que eran, la travesía se supera, no sin antes recibir uno de los sustos más enormes del Camino cuando una bicicleta silenciosa sorprendió a este peregrino que estaba en ese momento muy lejos de allí: el consiguiente bote conllevó una torcedura del tobillo que aún tenía como una pelota de ping-pong. Por fortuna, solo fue un susto que te mantuvo en vilo un par de kilómetros. La cosa se olvidó completamente cuando en San Justo de la Vega un descanso con Coca-Cola de medio litro te recuperó y te llevó en volandas el tramo final hasta Astorga, parada de obligatoria visita a pie, en bici o en lo que sea.
" A long time ago came a man on a track
walking thirty miles with a sack on his back
and he put down his load where he thought it was the best
made a home in the wilderness"
Los puntos importantes que recuerdo de esta etapa fue la despedida de Ronald, que con sus paradas en lugares de tradición templaria ya no logró atraparme. También me reencontré con el hospitalero en Barcelona, donde me acerqué a su Asociación para ver si podía colaborar: me vi testigo de una discusión sobre cómo propagar la información del camino que poco me animó a iniciar la colaboración allí. Finalmente, el último susto tobillero me transmitió la sensación de "Esto lo acabas seguro", aunque hasta Cebreiro no me atrevía a ponerlo por escrito...
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